Liderazgo

‘Escribiendo…’ por José Luis Moreno Coach

Escribo siempre anotando en ese cuaderno, lo que luego dejo abierto, tratando de terminar otra semana con el ansía de buscar el silencio y el equilibrio, la Paz y la quietud de un libro y nada más.

El verdadero placer de ese escritor es atrapar los pensamientos con la pluma en el papel. Ya vendrá tiempo de acariciarlos. 

Mis semanas son un privilegio que me da la vida y, aunque el cansancio me acompañe junto a esa necesidad de acampar en los versos y la filosofía, solo puedo rememorar lo que vivo, entresacando en momentos como este, mientras la belleza del campo apura mi retina, cada uno de los momentos vividos. 

No siempre uno acierta en lo que hace, pero trata de disfrutarlo y sacar lo positivo aunque sea mínimo.

Mis proyectos están en marcha, unos van y otros vienen; mis libros siguen parados, ni van ni vienen; los viajes continúan, voy y vengo; entre medias, momentos especialmente poéticos, que siempre quedan.

Si la buena filosofía te acompaña, en la vida todo es un reto más y otra montaña que escalar. 

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Podemos maltratar nuestra vida como el desgraciado que maltrata un animal y debería dar con sus huesos en la cárcel. Nosotros mismos deberíamos castigarnos si no hacemos buen uso de nosotros.

Nos pensamos eternos; no lo somos.

Nos creemos dueños del tiempo; ni lo somos. 

Y te pones a pensar en todo eso que te rodea, en los que te hacen la vida más vida, que no son tantos pero son. Unos están, otros comienzan a formar parte de ti como si lo hubieran hecho siempre.

Y vuelves a pensar que necesitas parar, que necesitas tiempo de disfrutar de muchos más momentos, solucionar lo que queda y recuperar muchas mas sonrisas.

Equilibrar los tiempos. Conseguir ir ganando espacio a lo superfluo para llevarlo a lo interior y espiritual.

Y vas llenando páginas de garabatos, de frases, de pensamientos desinhibidos. 

¿Qué es la vida si no un baile sin compás? 

Dicen los que escriben que escribir calma; yo lo digo y lo siento. Escribir calma la mente y calma la vida. Escribir consigue despojarte de miserias y abrazar sentimientos.

Escribir es reflexionar sabiendo que, a veces, ese reflexionar te cabrea, te remueve, te enfada. Pero sigues escribiendo hasta que llega la paz que esperas y deseas. 

Todo escribir tiene una excusa, aunque la excusa sea la más simple iniciación en el encuentro con uno mismo.

Las palabras que dejamos caer en las páginas, en ocasiones no son lo que pensamos. Esos pensamientos se van agotando en el camino, perdiendo en el olvido o, simplemente, aparcados a la espera de una mayor madurez. Otras veces, las muchas, ni siquiera somos capaces de encontrar las palabras justas, capaces de transmitir lo que deseamos.
A veces no se escribe lo que se quiere, tampoco lo que se puede. Otras escribimos sin pensar lo que escribimos o, simplemente, escribimos lo que nosotros mismos nos hablamos.

Pero seguimos escribiendo. Escribimos llenando los días. Fechando nuestro calendario vital con palabras. Unas palabras, muchas veces absurdas y sin sentido, que queremos ir recogiendo con la prisa de la memoria que se va.

La escritura retiene nuestros días, no deja que se escapen como si nada, lucha contra ese olvido que sin duda llegará.

La escritura nos obliga a autoconocernos porque cada anotación cobra un sentido para quién lee. En todas estas notas se queda el tiempo, mi tiempo. 

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